Sí, estoy de vacaciones, deslizándome lejos del clamor del mundo, cuando tropecé con Substack. Hay algo diferente aquí—un encanto más tranquilo que me atrae y calma mi alma.
Encontré a
, , , , y otras voces que despiertan deleite. Sus palabras se sienten como un regalo.Acabo de cumplir 70 años. Durante décadas, me he dedicado a la neurociencia aplicada y al desarrollo humano. He trabajado en Unidades de Cuidados Intensivos, formé parte de equipos de neurocirugía y descubrí esta verdad: más allá de los procedimientos y protocolos, anhelamos conexión, inspiración y una vida espiritual profundamente personal. Hace años, casi pierdo a mis dos hijos mayores en un accidente que los dejó gravemente quemados. Sobrevivieron—y más que eso, prosperaron—construyendo vidas significativas y familias hermosas. Esa experiencia me transformó.
Desde mi práctica, diseñé protocolos que combinan neurociencia y coaching para apoyar a mis pacientes. Los resultados fueron impactantes: las vidas cambiaron, los desenlaces mejoraron. Mi esposa y yo tomamos esa chispa y fundamos el Instituto de Neurociencia y Coaching para compartir lo que habíamos aprendido. Ahora viajamos, ofrecemos entrenamientos en empresas para reducir accidentes laborales y disfrutamos el camino.
Aquí en Substack, vengo a llenar mi taza—a encontrar espíritus afines jugando, trabajando y compartiendo sus verdades. Como escribió Richard Bach, “Su manera de dar amor era mostrar a otros la verdad que había encontrado”. Eso es lo que veo aquí, y por eso me quedo.
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