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Decisiones conscientes: el arte de vivir con propósito y serenidad

2o video despues del preinfarto.

Luego de haber pasado por un preinfarto de miocardio (corazón), he confirmado varias cosas que pueden ayudar a vivir una vida mejor.

Debo aclararte que mi vida no es perfecta, que tengo muchos defectos; es decir, que soy simplemente un ser humano. Rodeado de otros seres humanos, también con defectos, que en ocasiones son bastante irritantes. Casi tan irritantes como los míos.

Sin embargo, en mi hogar, en nuestra familia, hemos decidido vivir con alegría, gratitud, dedicación, lealtad, trabajo intenso con amor, queriéndonos mucho. En casa y en las casas de mis hijos llevamos las cosas y las situaciones con humor. Tenemos vidas lindas.

Procuramos vivir vidas fructíferas, vidas pacíficas, vidas abundantes afectivamente, vidas de mutuo apoyo, vidas de servicio, vidas con propósito.

Experimento una desbordante gratitud por mi familia. Mis padres, mis hermanos, mis tíos, mis primos, mis sobrinos. Todos ellos me enseñaron a amar. Así pude tener un hogar como el que tengo y la relación tan linda y abundante con mis hijos y nietos.

Quiero compartir unas decisiones que nos llevan a mejores desenlaces en la vida (no están en orden). Esta lista no es completa, pero te da una idea:

  • Una decisión muy importante que alguien puede tomar en la vida es con quién se casa y construye un hogar y una vida. Soy afortunado de contar con Tis (Beatriz), mi amada esposa. Es mi mejor amiga, mi amante, mi novia, mi compinche y la amo profundamente.

  • La decisión de amar y cuidar a mis hijos. Tengo tres hijos biológicos y una hija que me trae Tis. Dos varones y dos niñas. Los amo entrañablemente y daría cualquier cosa, pasaría por cualquier dificultad por tenerlos en mi vida. Además, me han traído unos nietos que me derriten. De lo más trascendental en mi vida es ser papá y ahora, abuelo. Qué escuela de amor, de comprensión, de llenura del alma. No exenta de momentos difíciles.

  • La decisión de entregar mi vida al servicio de algo mayor, del bien mayor, de lo que muchos llaman "la fuente", otros el "creador" y que no temo ni me avergüenzo de llamar Dios. De esta forma, mi vida la experimento con trascendencia y me pongo al servicio de las personas, no solo como clínico, como neurocoach, como profesor. Esto me da un gran sentido de propósito y trascendencia. Mi vida era una antes de tomar la decisión de entregar mi vida a Dios, y otra totalmente diferente cuando lo hice. Me gusta muchísimo más mi vida ahora.

  • La decisión de vivir desde el amor, en lugar de vivir desde el temor y la desconfianza.

  • La decisión de amar a nuestra familia. No solo es una emoción que a veces se siente o te invade. Es el fruto de una decisión. Otras personas eligen no amar a nadie, quizá porque han sido heridos o tienen miedo al dolor de abandono o traición. No solo siento un profundo amor por mis hermanas, mis sobrinos, mis primos, toda la familia extendida, sino que decido amarlos y tomarlos como son. Tienen casi tantos defectos como yo y así los tomo, los honro, los amo. Así como amé a papá y a mamá y mis hermanos y hermanas que ya se fueron. Esto me da un sentido de pertenencia y de compartir que es difícil de expresar. ¡Cómo amo a mi familia!

  • La decisión de honrar a padre y madre. Esto me llevó a la decisión y humildad de aceptar psicoterapia. Aún las personas aparentemente mejor “ajustadas” necesitan aclarar varias cosas en su interior, con el acompañamiento de un buen terapeuta, ojalá sistémico. Que sepa mucho de familia. Cuando no lo hacemos, pasamos la vida intentando relaciones con personas que representan fantasmas de papá, mamá y eso nos lleva a otras decisiones que terminan siendo muy contraproducentes. No me refiero necesariamente a largos años de sesiones semanales, en un diván, mientras revisamos una y otra vez nuestra relación con papá o mamá. La mayoría de nuestros “nudos” y limitaciones emocionales se pueden resolver con unas cuantas citas de buena terapia.

  • La decisión de con quiénes comparto mi tiempo fuera de mi familia. Unos pocos que son mis amigos más dilectos. Y esto me lleva a la decisión de amar a mis colegas, mis compañeros de aprendizaje del neurocoaching, que me acompañan siempre. Después de todo, qué son los amigos sino los hermanos que tuvimos la posibilidad de escoger.

  • La decisión de tomar la vida como viene. No como quiero que sea, sino como llega. Esta decisión nace a su vez de elegir vivir mi vida fuera del Triángulo Dramático (Dr. Stephen Karpman). Procuro en lo posible vivir mi vida lo más libre de inculpaciones, sentimientos de culpa, reclamos, quejas, rabietas.

  • La decisión de trabajar en mi interior, pulirme como persona, desarrollar mi empatía de forma madura, de aprender a aceptarme como soy. La disposición de mirarme y pulir aquello que tiene oportunidad de mejora. De fortalecer mi disciplina, mi enfoque. La autoayuda no es suficiente. Hay millones de personas en el mundo que leen libros maravillosos y aún toman seminarios y no les sirve de nada. Siguen viviendo vidas de drama, con la necesidad de controlar a los demás (comenzando por la pareja y luego por los hijos), viviendo vidas de gran neurosis. Pero eso sí, tienen certificaciones de cuanta forma de abordaje de problemas esté de moda. Pero se resisten al cambio. Son muy brillantes y enérgicos predicando y pobres en la aplicación.

  • La decisión de tomar la percepción de este planeta y el mundo como una gran escuela. Siempre estamos en clase. Cada dificultad u obstáculo es una lección. Las personas, tanto quienes amamos como aquellos a quienes nos da dificultad aceptar y amar, son nuestros maestros de vida. Algunos nos enseñan cómo vivir. Otros nos enseñan cómo no vivir. Con quienes tenemos más roces, son quienes nos pulen y fortalecen nuestro carácter. Así como las piedras redondas de los ríos, que llamamos cantos rodados, antes fueron piedras filosas y angulosas. Esas personas difíciles me han hecho más suave y con menos aristas cortantes.

  • La decisión de, cuando cabe, ver la vida con humor. Con alegría, con celebración constante.

  • La decisión de vivir en gratitud constante. Así no cabe la depresión, ni los odios, ni los rencores. Hasta las personas que hemos sentido que nos causaron algún daño, las miramos como maestros de vida. Sin resentimiento.

  • La decisión de tener un mentor de quien elijo aprender. Con humildad. Con gratitud. Si además es coach, mejor aún. Además de mis padres y hermanos, mis primeros mentores y coaches, conté con un gran coach. El Dr. Fernando Villa Uribe. Además fue mi mejor amigo hasta su fallecimiento. Él y su esposa Amparo fueron una fuente constante de inspiración y aprendizaje. Amparo sigue siendo mi amiga, ya por muchos años.

  • La decisión de aplicar en cada momento gestión emocional. Esto lo aprendí en salones de urgencias y emergencias, en unidades de cuidados intensivos y otros escenarios muy especiales. Hay que aprender a respirar lento y pausado y así estimular nuestro sistema nervioso parasimpático, para reducir nuestro estrés en cosa de minutos. La forma más sencilla de gestión emocional puede ser respirar lento, contando hasta cuatro al inhalar y contando hasta cuatro al exhalar. Respiración 4 x 4. Unos cuatro segundos cada vez. Esto se hace por unos minutos y el cambio es dramático.

    Si quieres ir un poco más allá, inhala contando hasta cuatro, sostienes la respiración contando hasta seis y exhalas lentamente, contando hasta ocho. La llamo 4-6-8. Esto se puede hacer unas cuatro o cinco veces y luego regresas a la 4 x 4. Luego respiras normalmente. Así se reinician nuestros lóbulos prefrontales y la claridad mental regresa.

  • La decisión de solo ocuparme de aquello que puedo controlar o gestionar. No puedo controlar que mi corazón esté haciendo un preinfarto. Pero puedo manejar mi respiración y mis pensamientos. Así me quito de encima la carga del pasado y el temor al futuro. Hago lo mejor que puedo, eso sí, con total compromiso y dejo que los resultados se den. Los tomo como vienen.

Son muchas más las decisiones que vale la pena tomar, pues nuestra vida es el resultado de un sinnúmero de decisiones, de otras personas, pero una gran mayoría son decisiones nuestras.

¿Cuáles decisiones sumarías? Me encantaría saber lo que piensas.

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